135 años después
La batalla de Palo Seco
Un ejemplo extraordinario del genio militar del Generalísimo Máximo Gómez, ocurrió el 2 de diciembre de 1873, hace exactamente 135 años en la sabana de Palo Seco, en el actual municipio Jobabo. Fue una verdadera obra maestra que destrozó a un nutrido contingente de tropas españolas.
Los antecedentes de aquel enfrentamiento se localizan poco más de un mes atrás, cuando el 12 de octubre Vicente García asaltó el Fuerte de la Zanja, también en el sur jobabense, donde ocupó un valioso botín de guerra, el cual fue escondido en la zona de Guaramanao y posteriormente trasladado a otro lugar por razones de seguridad.
En sus operaciones por la zona, fuerzas realistas tuvieron información sobre la existencia del valioso cargamento y decidieron averiguar su paradero para recuperarlo, sobre todo después de hacer prisionero a Joaquín Reyes, uno de los exploradores de Vicente García, a quien amenazaron con ahorcarlo si no denunciaba el lugar exacto.
El movimiento de tropas españolas por la zona alertó a la Señorita Ramos, una confidente de Vicente García, quien se trasladó hasta las cercanías de Guáimaro con el objetivo de informar de la situación a Máximo Gómez, quien dirigía el sitio de aquella población camagüeyana.
Ante la evidencia de la posible pérdida de tan valioso alijo de armas, Gómez suspendió la operación y arengó a la tropa afirmando que el honor del ejército mambí estaba comprometido en evitar la desgracia de que el enemigo recuperara lo conquistado por Vicente García y sus hombres.
A marcha forzada avanzó el contingente de Gómez que encontró al enemigo en Palo Seco donde se generalizó un encarnizado combate. Por orientaciones de su jefe un grupo de patriotas protagonizó una falsa retirada y la maniobra engañó a los realistas que los persiguieron hacia el lugar donde estaba emboscado el grueso de los cubanos.
El encontronazo fue tal, la violencia alcanzó caracteres tan extraordinarios que la zona entre el escenario principal y el lugar conocido por San Rafael, donde se refugiaron los pocos soldados realistas que pudieron escapar; estaba cubierta de cadáveres.
Pero ni esa diezmada fuerza enemiga, encabezada por el Comandante Mariategui, pudo librarse de la derrota más humillante, porque hasta sus trincheras llegaron los hombres dirigidos por Baldomero Rodríguez que obligaron a una rápida rendición incondicional.
La Batalla de Palo Seco fue una brillante victoria de las fuerzas de Máximo Gómez. Allí los mambises destrozaron a una columna de 600 hombres de los que 507 quedaron en el campo, incluido su jefe, el teniente coronel Vilches y 53 cayeron prisioneros.
Por la parte cubana, que obtuvo un considerable botín de guerra, solo hubo 20 bajas, entre ellas 17 heridos y tres muertos, uno de ellos el valiente soldado Juan Rodríguez, integrante de la escolta del Generalísimo.
Fuente:
-Vicente García, Leyenda y Realidad, de Víctor Manuel Marrero Zaldívar, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1992
La batalla de Palo Seco
Un ejemplo extraordinario del genio militar del Generalísimo Máximo Gómez, ocurrió el 2 de diciembre de 1873, hace exactamente 135 años en la sabana de Palo Seco, en el actual municipio Jobabo. Fue una verdadera obra maestra que destrozó a un nutrido contingente de tropas españolas.
Los antecedentes de aquel enfrentamiento se localizan poco más de un mes atrás, cuando el 12 de octubre Vicente García asaltó el Fuerte de la Zanja, también en el sur jobabense, donde ocupó un valioso botín de guerra, el cual fue escondido en la zona de Guaramanao y posteriormente trasladado a otro lugar por razones de seguridad.
En sus operaciones por la zona, fuerzas realistas tuvieron información sobre la existencia del valioso cargamento y decidieron averiguar su paradero para recuperarlo, sobre todo después de hacer prisionero a Joaquín Reyes, uno de los exploradores de Vicente García, a quien amenazaron con ahorcarlo si no denunciaba el lugar exacto.
El movimiento de tropas españolas por la zona alertó a la Señorita Ramos, una confidente de Vicente García, quien se trasladó hasta las cercanías de Guáimaro con el objetivo de informar de la situación a Máximo Gómez, quien dirigía el sitio de aquella población camagüeyana.
Ante la evidencia de la posible pérdida de tan valioso alijo de armas, Gómez suspendió la operación y arengó a la tropa afirmando que el honor del ejército mambí estaba comprometido en evitar la desgracia de que el enemigo recuperara lo conquistado por Vicente García y sus hombres.
A marcha forzada avanzó el contingente de Gómez que encontró al enemigo en Palo Seco donde se generalizó un encarnizado combate. Por orientaciones de su jefe un grupo de patriotas protagonizó una falsa retirada y la maniobra engañó a los realistas que los persiguieron hacia el lugar donde estaba emboscado el grueso de los cubanos.
El encontronazo fue tal, la violencia alcanzó caracteres tan extraordinarios que la zona entre el escenario principal y el lugar conocido por San Rafael, donde se refugiaron los pocos soldados realistas que pudieron escapar; estaba cubierta de cadáveres.
Pero ni esa diezmada fuerza enemiga, encabezada por el Comandante Mariategui, pudo librarse de la derrota más humillante, porque hasta sus trincheras llegaron los hombres dirigidos por Baldomero Rodríguez que obligaron a una rápida rendición incondicional.
La Batalla de Palo Seco fue una brillante victoria de las fuerzas de Máximo Gómez. Allí los mambises destrozaron a una columna de 600 hombres de los que 507 quedaron en el campo, incluido su jefe, el teniente coronel Vilches y 53 cayeron prisioneros.
Por la parte cubana, que obtuvo un considerable botín de guerra, solo hubo 20 bajas, entre ellas 17 heridos y tres muertos, uno de ellos el valiente soldado Juan Rodríguez, integrante de la escolta del Generalísimo.
Fuente:
-Vicente García, Leyenda y Realidad, de Víctor Manuel Marrero Zaldívar, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1992
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