Hace 50 años
Paco Cabrera murió para vivir
La vida y la historia están llenas de paradojas. El 27 de enero de 1959 es un ejemplo, porque ese día, hace ya medio siglo, el guerrillero que había desafiado la muerte en decenas de combates por la libertad de su pueblo, desaparecía físicamente en un absurdo accidente en el aeropuerto internacional de Maiquetía, en Venezuela.
Francisco “Paco” Cabrera, hombre de confianza de Fidel, jefe de su escolta personal, a punto de abordar el avión que los traería de regreso a la Patria, regresó a buscar su arma y no se percató que debía cruzar por debajo de las hélices de uno de los motores en marcha. La muerte fue instantánea y la delegación que acompañó al Comandante en Jefe en su primer viaje a Venezuela, quedó consternada.
Paco, integrante de una humilde familia campesina de la zona de Chaparra, radicado después, cuando ya tenía 20 años, por las cercanías de Vázquez; sufrió las privaciones propias de una sociedad injusta, a la cual se enfrentó decididamente desde las filas de la ortodoxia.
Estuvo Paco Cabrera entre los hombres que combatieron a Batista desde el propio 10 de marzo de 1952. Por su condición de ortodoxo fue detenido en 1955 y después debió mantenerse en la clandestinidad hasta que en marzo del 57 subió a la Sierra Maestra, en cuyas montañas derrochó inteligencia y coraje para llegar a obtener la máxima graduación de la guerrilla, Comandante.
Desde que llegó a la montaña sirvió en la columna número uno José Martí, al mando de Fidel, quien lo tenía como hombre de absoluta confianza y, al triunfo de la Revolución, lo nombró jefe de su escolta personal; por eso lo acompañó en aquel primer viaje que incluyó las visitas a Brasil y Venezuela, apenas unos días después del glorioso amanecer del Primero de Enero de 1959.
Aquel infausto día en el que el héroe de tantas batallas caía en un absurdo accidente, desaparecía físicamente para vivir de manera eterna en el corazón y la acción de todo un pueblo por construir una Patria digna.
Paco, el mártir tunero de mayor jerarquía militar, recibe el homenaje permanente de su pueblo y su nombre es llevado con orgullo por escuelas, instalaciones deportivas, cooperativas y la planta de estructuras metálicas (METUNAS), un gigante de la metalurgia cubana; verdadera fábrica de fábricas, ejemplo del desarrollo actual del país.
En la batalla de hoy, tanto en el campo de las ideas, como en la producción y la preparación para la defensa; en la lucha cotidiana por avanzar y preservar las conquistas de la Revolución, está presente de manera especial, el espíritu de combate y de intransigencia que signó la vida ejemplar de Paco Cabrera
Paco Cabrera murió para vivir
La vida y la historia están llenas de paradojas. El 27 de enero de 1959 es un ejemplo, porque ese día, hace ya medio siglo, el guerrillero que había desafiado la muerte en decenas de combates por la libertad de su pueblo, desaparecía físicamente en un absurdo accidente en el aeropuerto internacional de Maiquetía, en Venezuela.
Francisco “Paco” Cabrera, hombre de confianza de Fidel, jefe de su escolta personal, a punto de abordar el avión que los traería de regreso a la Patria, regresó a buscar su arma y no se percató que debía cruzar por debajo de las hélices de uno de los motores en marcha. La muerte fue instantánea y la delegación que acompañó al Comandante en Jefe en su primer viaje a Venezuela, quedó consternada.
Paco, integrante de una humilde familia campesina de la zona de Chaparra, radicado después, cuando ya tenía 20 años, por las cercanías de Vázquez; sufrió las privaciones propias de una sociedad injusta, a la cual se enfrentó decididamente desde las filas de la ortodoxia.
Estuvo Paco Cabrera entre los hombres que combatieron a Batista desde el propio 10 de marzo de 1952. Por su condición de ortodoxo fue detenido en 1955 y después debió mantenerse en la clandestinidad hasta que en marzo del 57 subió a la Sierra Maestra, en cuyas montañas derrochó inteligencia y coraje para llegar a obtener la máxima graduación de la guerrilla, Comandante.
Desde que llegó a la montaña sirvió en la columna número uno José Martí, al mando de Fidel, quien lo tenía como hombre de absoluta confianza y, al triunfo de la Revolución, lo nombró jefe de su escolta personal; por eso lo acompañó en aquel primer viaje que incluyó las visitas a Brasil y Venezuela, apenas unos días después del glorioso amanecer del Primero de Enero de 1959.
Aquel infausto día en el que el héroe de tantas batallas caía en un absurdo accidente, desaparecía físicamente para vivir de manera eterna en el corazón y la acción de todo un pueblo por construir una Patria digna.
Paco, el mártir tunero de mayor jerarquía militar, recibe el homenaje permanente de su pueblo y su nombre es llevado con orgullo por escuelas, instalaciones deportivas, cooperativas y la planta de estructuras metálicas (METUNAS), un gigante de la metalurgia cubana; verdadera fábrica de fábricas, ejemplo del desarrollo actual del país.
En la batalla de hoy, tanto en el campo de las ideas, como en la producción y la preparación para la defensa; en la lucha cotidiana por avanzar y preservar las conquistas de la Revolución, está presente de manera especial, el espíritu de combate y de intransigencia que signó la vida ejemplar de Paco Cabrera
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