Hace 50 años
La guerrilla no daba tregua
Las horas de la tiranía batistiana estaban contadas y las fuerzas revolucionarias no daban tregua en el territorio de la actual provincia de Las Tunas, por lo que los intentos de la guardia rural de restablecer el tránsito por la carretera central, eran frustrados uno tras otro.
Un ejemplo de esta situación fue lo ocurrido el 17 de noviembre de 1958, cuando un fuerte contingente militar avanzó por la carretera central desde Guáimaro con el objetivo de llegar a la ciudad de Victoria de Las Tunas, el que fue atacado por el grupo al mando de Róger García, integrante de las fuerzas que tenían la misión de impedir el tránsito por esa vía.
Los guerrilleros atacaron con fuego cruzado desde ambos lados de la carretera, pero a pesar de su tenacidad, no pudieron detener el avance de la caravana en el inicio de las hostilidades, pese a ser relevados por los hombres al mando de Marcos “El Negro” Carmenate a la altura del conocido cruce de La Guanábana.
La mayoría de los efectivos de la tiranía marchaba a pie por ambas cunetas de la carretera, mientras los vehículos, incluidos los blindados se desplazaban por la vía asfaltada y por sus poderosos medios, resistían las descargas de fusilería de los guerrilleros, quienes se relevaban rápidamente en el constante hostigamiento. Después de dos horas de combate, no había sido posible detener el avance de la caravana.
Las fuerzas revolucionarias contaban con un solo fusil antitanque, manipulado por Calixto Sarduy (Calé), quien disparaba contra los blindados desde una pequeña elevación situada al sur, cercana a la vía, pero el apoyo aéreo que tenían los guardias hacía la tarea muy difícil.
No obstante, el sistema de ataque escalonado puesto en práctica fue desgastando al enemigo y luego de varias horas de incesante combatir, la caravana debió detener su marcha. Fue entonces que la batalla alcanzó su máxima intensidad y con la llegada de la noche, los guerrilleros avanzaron hasta la misma carretera, por lo que los soldados debieron retirarse a campo traviesa.
Otros testimonios sobre este hecho aseguran que, en violación de los preceptos de la guerra, las fuerzas de la dictadura recibieron refuerzos que viajaron en ambulancias desde Victoria de Las Tunas, lo cual sorprendió a los rebeldes, orientados en el respeto ante los vehículos de la cruz roja.
Fue un combate extenso y violento, en el que las fuerzas de la tiranía sufrieron cuantiosas bajas no declaradas, obligadas a pelear por muchas horas y a través de varios kilómetros; en tanto la guerrilla solo debió lamentar un muerto y dos heridos.
La guerrilla no daba tregua
Las horas de la tiranía batistiana estaban contadas y las fuerzas revolucionarias no daban tregua en el territorio de la actual provincia de Las Tunas, por lo que los intentos de la guardia rural de restablecer el tránsito por la carretera central, eran frustrados uno tras otro.
Un ejemplo de esta situación fue lo ocurrido el 17 de noviembre de 1958, cuando un fuerte contingente militar avanzó por la carretera central desde Guáimaro con el objetivo de llegar a la ciudad de Victoria de Las Tunas, el que fue atacado por el grupo al mando de Róger García, integrante de las fuerzas que tenían la misión de impedir el tránsito por esa vía.
Los guerrilleros atacaron con fuego cruzado desde ambos lados de la carretera, pero a pesar de su tenacidad, no pudieron detener el avance de la caravana en el inicio de las hostilidades, pese a ser relevados por los hombres al mando de Marcos “El Negro” Carmenate a la altura del conocido cruce de La Guanábana.
La mayoría de los efectivos de la tiranía marchaba a pie por ambas cunetas de la carretera, mientras los vehículos, incluidos los blindados se desplazaban por la vía asfaltada y por sus poderosos medios, resistían las descargas de fusilería de los guerrilleros, quienes se relevaban rápidamente en el constante hostigamiento. Después de dos horas de combate, no había sido posible detener el avance de la caravana.
Las fuerzas revolucionarias contaban con un solo fusil antitanque, manipulado por Calixto Sarduy (Calé), quien disparaba contra los blindados desde una pequeña elevación situada al sur, cercana a la vía, pero el apoyo aéreo que tenían los guardias hacía la tarea muy difícil.
No obstante, el sistema de ataque escalonado puesto en práctica fue desgastando al enemigo y luego de varias horas de incesante combatir, la caravana debió detener su marcha. Fue entonces que la batalla alcanzó su máxima intensidad y con la llegada de la noche, los guerrilleros avanzaron hasta la misma carretera, por lo que los soldados debieron retirarse a campo traviesa.
Otros testimonios sobre este hecho aseguran que, en violación de los preceptos de la guerra, las fuerzas de la dictadura recibieron refuerzos que viajaron en ambulancias desde Victoria de Las Tunas, lo cual sorprendió a los rebeldes, orientados en el respeto ante los vehículos de la cruz roja.
Fue un combate extenso y violento, en el que las fuerzas de la tiranía sufrieron cuantiosas bajas no declaradas, obligadas a pelear por muchas horas y a través de varios kilómetros; en tanto la guerrilla solo debió lamentar un muerto y dos heridos.
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